Mi nombre es Laura, tengo 18 años y soy de Italia. Durante agosto tuve la oportunidad de realizar un programa de voluntariado en el Perú. Fue la primera vez que realizaba un voluntariado en un país lejos de casa. Participe de un proyecto llamado “Mundo Libre”, centro de rehabilitación para niños y niñas en situación de calle. Fue una experiencia increíble y llena de emociones, literalmente te cambia y cambia tu forma de pensar. Durante la semana dormía en el proyecto, que se encontraba en Pachacamac. Tenía una habitación que compartía con otra voluntaria de Italia, tuve una relación increíble con ella ya que nos apoyamos mutuamente durante nuestro tiempo allí. En el proyecto, tuve muchos roles, principalmente ayudaba como soporte moral para las chicas, quienes habían tenido muchas experiencias durante su tiempo en calle. No voy a decir que fue fácil, al principio me resulto muy complicado porque te ves forzado a ver tu realidad y empiezas a entender que lo que tienes es bastante en comparación con los que las chicas tenían. Enseñe italiano, brinde asistencia en las clases de Ingles y ayude a los educadores en sus actividades diarias, ejemplo de esto era mi participación en talleres de cerámica, chocolatería, danza, música y corte y confesión. Fue una experiencia que cambia vidas.
Durante los fines de semana, estaba con una familia que son del Ecuador, puedo decir que también tuve un excelente tiempo con ellos. Ellos me llevaron a diferentes lugares, hice una hermosa relación con la hija, con quien aún mantengo contacto. Visite algunas partes del Perú, como Marcahuasi, donde acampamos y consideró que es un lugar absolutamente hermoso. También, tuve la oportunidad de visitar Machu Picchu y la montaña de los 7 colores, que fue una de mis experiencias mas hermosas. Estos lugares están llenos de energía, me sentí realmente bien como persona. Finalmente, conocí a muchas personas que me ayudaron durante mi tiempo en el Perú, con mi aprendizaje en el idioma español y a entender la cultura peruana. La cultura es hermosa, son realmente muy amables y llegas a conocer a gente con tan solo 5 minutos de conversación. Recomendaría totalmente realizar un programa de voluntariado, si pudiera realizaría un programa de larga duración, porque como dije, es una experiencia que cambia, ahora me siento una mejor persona, pero creo que hubiese cambiado mucho mas si me hubiese quedado por larga duración. También recomiendo mi proyecto para aquellas personas que desean tener una experiencia de voluntariado, trabaja con niños y conversar con ellos. Recomiendo realizar un programa de voluntariado en el Perú, porque estoy seguro de que tendrás uno de tus mejores momentos, claro que habrá dificultades, pero esto es normal. Es acerca de acostumbrarse a un nuevo ambiente, comida, personas, cultura, etc. Pero poder experimentar algo diverso a tu hogar es una experiencia maravillosa que te dejara con un montón de buenos recuerdos.
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En el año 2012 mi decisión de hacer un voluntariado me llevó a la bella Argentina, más concretamente a la provincia de Buenos Aires, donde viví y trabajé por un año en un hogar de ancianos. Un hogar de muy queridos abuelitas y abuelitos, como les solíamos llamar de forma muy afectuosa después de aquellos doce meses compartidos.
La idea de realizar un voluntariado después del colegio ha sido una decisión muy consciente y reflexionada que se reforzó durante una serie de seminarios de preparación que me ofrecieron un espacio de intercambio con otros voluntarios y, no menos importante, conmigo misma. He tenido muy claro que, antes de estudiar o trabajar, quería pasar un año fuera de todo, uno que solo fuera dedicado a mi crecimiento personal lo cual fue posible en un momento ideal y único de libertad de tiempo que sabía que difícilmente iba a volver a presentarse de la misma forma en el futuro. Igualmente la elección de ir a Latinoamérica, más adelante concretándose con el destino de Argentina, surgió por el deseo de conocer un continente hasta ese momento desconocido por mí, pero despertando en mí una curiosidad y un interés como ningún otro continente. En retrospectiva a mi voluntariado, cada vez que alguien me pregunta por el año en Argentina, me es imposible resumir una experiencia tan intensa y clave en una simple respuesta de una frase. Para mí la experiencia de mi voluntariado ha sido una de las experiencias y aventuras más decisivas y de las que más marcaron y dirigieron el camino que sucedió aquel año lejos de casa. Mi estancia en Argentina me ha permitido conocer a un país y a sus gentes como jamás lo hubiera podido desde lejos o de vacaciones. Tuve la suerte de tener el tiempo disponible para viajar por otros países del continente y con ello completar más imágenes y entender poco a poco la diversidad inmensa de América Latina que me captó, fascinó y sigue llenando con el deseo incansable de volver y volver. La experiencia de mi voluntariado es tan única como individual y en su momento no hubiera podido tomar mejor decisión que irme. Aquel año me arrancó de mi zona de confort y me hizo reflexionar a muchos niveles sobre mis enormes privilegios; representando el voluntariado en sí uno de ellos. A cada persona que tenga la oportunidad, el deseo, la voluntad y la gran suerte de poder irse a otro lugar para colaborar de la forma más concreta y personal, le puede decir y recomendar con toda mi certeza que es de las mejores y más afortunadas decisiones que va a poder tomar. Por mi experiencia personal uno de los más importantes consejos que le daría es evitar caer en la ilusión de poder cambiar el mundo con un voluntariado. No lo hacemos con una estancia temporal que sirve más que todo a nosotros mismos. Pero si no dejamos de reflexionarnos, sensibilizarnos y mantener nuestros ojos y mentes bien abiertos, a lo mejor sí lo podemos mejorar un poco. Lo que cambiamos seguro es a nosotros mismos; y con eso, ya cambiamos mucho. Soy María Inés Salazar, ecuatoriana de 22 años, quien a los 18 tuvo la increíble oportunidad de viajar como voluntaria a Mysore, India por seis meses. Mis meses allá, fueron la mejor forma de crecer como persona, conocer el tipo de trabajo al que le quiero dedicar mi vida y de conocer a personas, con una cultura totalmente diferente, que me ayudaron a expandir mi panorama de la vida. Ahora, cinco años después de mi viaje, lo sigo considerando la mejor experiencia de mi vida y estoy estudiando para dedicarme a ello en tiempo completo en el futuro.
La India es un país colorido, lleno de aromas y de corazones gigantes. Trabajé como voluntaria en una escuela primaria, enseñando inglés a niños pequeños. Sin duda, mi trabajo fue la parte más importante de mi estadía. Aprendí a comunicarme entre gestos, risas y abrazos con niños que muy poco hablaban el inglés; pronto me encontré entendiéndolos totalmente, disfrutando de sus bromas, aprendiendo de sus familias y conociendo cada una de sus personalidades. Decir que llegué a quererlos es poco, pues me enseñaron a quererme a mí también. Me hospedé con una familia anfitriona, donde puede conocer los rituales, disfrutar de la comida típica y aprender un poco el idioma. Mi casa estaba cerca de la escuela donde trabajaba, por lo que todos los días hacía el recorrido a pie, saludando con los vecinos, listos siempre con una sonrisa, y acompañada por un sinnúmero de vacas, por supuesto. También tuve la oportunidad de viajar y conocer algunas otras ciudades. El programa me permitió conocer a muchos otros extranjeros, quienes estaban realizando su voluntariado. Hice grandes amigos y amigas y junto a ellos disfruté de días en las hermosas playas, increíbles metrópolis y en los pueblitos más tranquilos. Desde el día que me fui, decidí que debía volver y espero hacerlo muy pronto, porque sé, que como la primera vez que viajé a este país, la segunda también superará todas mis expectativas. |
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